Realmente me gusta Los Ángeles, en verdad un montón. Una multitud reunida en realidad no tiene mente. Cada persona la tiene de manera individual. Todos ellos tienen mentes atractivas. Por eso, apuesto a que en la mente de una chica de dieciséis hay más filosofía de la que alguna vez soñaste fumándote un cigarrillo entero. Algunas de esas cartas a esas revistas de fans son realmente solitarias y profundas y abiertas. Algunas de las que leí en verdad me golpearon, son realmente abiertas y sinceras.
Jim Morrison, verano de 1968, hablando con Los Angeles Free Press.
Color, estilo y pulcritud.
Una prueba de si un tipo de música o grabación puede resistir el paso del tiempo es cómo suena fuera de los hiperbólicos recuerdos de aquellos que la experimentaron en el momento en que fue creada. Y este criterio es solo uno de tantos en los que las bandas del Sur de California de la década de 1960, centradas principalmente en Los Ángeles, superan a sus contrapartes del Norte de California. Por eso muchas de las grabaciones hechas por bandas como los Byrds, Buffalo Springfield, The Beach Boys, Love, The Doors, The Seeds, Captain Beefheart, The Turtles, Johnny Rivers, The Mamas And The Papas, Ricky Nelson y The Monkees continúan sorprendiendo, sonando frescas y excitantes incluso hoy en día. Aunque puedas escuchar a las personas que vivían en el Norte de California entusiasmados sobre lo increíbles que eran las bandas de San Francisco y el Área de la Bahía (de hecho encontrarás que, mayormente, solo a las personas que estaban allí les entusiasmaba), los contemporáneos de Los Ángeles que vivían en el Norte de California suenan hoy pasados de moda, confundidos y, por último, aburridos. Tiene sentido, porque aunque esos sonidos del Norte de California reforzaban y reflejaban un estilo de vida por entonces floreciente, creando una especie de circuito cerrado, un lazo de retroalimentación, estaban irremediablemente atrapados en el tipo de movimiento comunal hippie que estaba sucediendo en ese momento. Y supongo que todavía hacen alucinar las mentes de los que estaban allí.
Pero ahora suenan relevantes solo en el contexto de la época, e incluso realmente no demasiado por entonces. Cuando se le extrae del medio en que existieron y prosperaron, el estilo de vida hippie (ese sentido del propósito y movimiento hacia adelante, y desde luego las drogas) suena simplemente aburrido o fastidioso, muerto y enterrado en el momento que nació. Coloca "Anthem Of The Sun" (Grateful Dead) o "Electric Music For The Body And Mind" (Country Joe And The Fish) en tu tocadiscos y aunque es posible escuchar pequeños destellos aquí y allá, en general, apenas si se sostienen cuando se le extraen los fuertes recuerdos de los que estaban allí. De hecho, apestan tan fuertemente a pachuli, a ropa sin lavar, a mentes fritas en ácido y a los últimos espejismos de esa generación de personas inactivas e irresponsables, que tales grabaciones se hunden bajo el peso de su propio significado indigno y de las infladas y equivocadas asociaciones de una vida mejor a través de casuchas comunales, químicos y pensamiento grupal. En general la música del Norte de California (siempre hay algunas excepciones como el primer álbum de Moby Grapes, Creedence Clearwater Revival y los Beau Brummels) se hundió por debajo de su fallida promesa y virtuosa autopretensión.
Es extraño, además, porque también las bandas de Los Ángeles tienden a evocar un tiempo y un lugar propios, pero al igual que las ilusiones creadas por Hollywood, la magia parece no estar centrada en ninguna realidad fija que existiera entonces ni ahora. En lugar de solo evocar un solo momento y lugar, inspira nuevas fantasías y nuevos mundos. Es un lugar en tu cabeza y tu corazón, y está siempre fresco cuando lo revisitas, un lugar de bienvenida para todos, sin importar la edad. El Los Ángeles de mi mente es un hermoso lugar besado por el sol donde los surfistas abiertos al ácido y la hierba escriben canciones acerca de sus chicas sumergiéndose a la luz de la luna, perdiéndose, cortando su largos cabellos o llegando en colores. Es una música que mezclaba Kurt Weil con rhythm and blues, surf music, el Tijuana Brass de Herb Alpert, Pop Art, ocultismo, avant-garde y las películas de Hollywood, incluso Johnny Mathis, y daba como resultado algunos híbridos increíblemente potentes. Puedo oír las olas rompiendo en el fondo, los días soleados, las noches frescas, las colinas de Hollywood llenas de niños inocentes prestos a experimentar con la vida y nuevas sensibilidades, con el cabello crecido al estilo de los Byrds/Brian Jones con rayitos solares, usando un poco de gamuza y montones de corduroy, todos atrapados en la cultura POP; autocinemas, motos, escúteres, coches personalizados por Big Daddy Roth, historietas de Marvel, estrellas de cine, y un porro o dos. Haciéndolo en Sunset Strip, persiguiendo a todas las piernas hermosas.
Desaliño, escapismo y autoindulgencia.
Cierro mis ojos mientras escucho a la 5th Dimension y veo a los Byrds tocando en la fiesta de cumpleaños de Peter Fonda; Sal Mineo, Jack Nicholson y Dennis Hopper mezclándose amigablemente con las nuevas estrellas del pop de Los Ángeles. Escucho a Johnny Rivers y puedo ver a Steve McQueen garabateando notas para el álbum de Johnny después de bailar el frug con su banda en el Whiskey a Go-Go. Oigo "River Deep, Mountain High" y puedo imaginar a Phil Spector como un retorcido enano del mal, mirando tras sus gafas de sol mientras exprime cada último trocito de emoción de una Tina Turner en sostén. Todo el mundo en lo alto de su propio potencial, grandes ideas, grandes planes. Todos en su propio viaje, tratando de poner en orden sus propias cabezas, tratando de realizar sus propios sueños. Es ese Individualismo Norteamericano, el espíritu pionero, el destino manifiesto que alcanzó al final del continente. Y justo al lado, por debajo tal vez, está la atracción oculta y oscura, el lado sórdido, los terrores del abismo, y el ilimitado potencial de cada cosa; el subconsciente mental tan acertadamente representado por las profundidades del propio Océano Pacífico. El West Coast del mal y de la gloria centrado en Los Ángeles, la ciudad de las ilusiones, y de los sueños rotos que de la que Raymond Chandler y Nathanael West escribieron tan elegantemente, y la "tristeza del fin de la tierra, la alegría del fin del mundo" inmortalizada por Kerouac. Todas esas personas de Los Ángeles; los muchachos, las bandas, los escritores, los técnicos y las estrellas parecen compartir estas intuiciones y contradicciones y sabían que era mejor no aproximarse a ellas de manera condescendiente.
Las bandas de Los Ángeles eran mucho más limpias que sus contrapartes del Norte de California, en todos los sentidos; en su modo de vida, estilísticamente, en la forma de vestir, en la presentación, y en el sonido. Se las siente más saludables. Todas las supuestas críticas a las bandas de Los Ángeles son en realidad sus mejores atributos y ventajas: la plasticidad, la profesionalidad, la noción de los negocios, la dependencia de la tecnología y los estudios de grabación, abasteciendo a los teenyboppers (adolescentes, especialmente chicas, que siguen con agudeza la última moda en ropa y música pop), mostrando el show business en sus raíces. Todo esto, cuando se ve en la claridad de la luz del presente, son puntos fuertes. ¡Y una gran parte de las razones por la que esos discos todavía suenan increíbles en la actualidad! En resumen, no se extraviaron creyéndose la máximo, sacrificados a una petulancia santurrona. En vez de ello, se abrieron a todo el mundo y asimilaron una gran cantidad de influencias a un ritmo increíblemente rápido y si en el proceso se facturaba un dólar, bueno, seamos honestos, es agradable para vivir cómodamente. Te veré en la piscina en otro hermoso día en Los Ángeles; compartiremos un pitillo y con una lluvia de ideas planearemos nuestra próxima película, nuestro próximo LP o single.
Concisión, show-biz y espíritu popular.
Se trataba de música pop, cultura popular mezclada con vanguardia experimental, por lo que la experimentación aún mantenía la vista en cosas como la brevedad, el ingenio, los ganchos, el estilo, el empaquetado y la presentación. Ser de Los Ángeles implicaba también heredar una rareza auténtica iniciada por bichos excéntricos de Hollywood como Orson Welles, Robert Mitchum, Marlon Brando, Monty Clift y James Dean.
Y así tenemos a estas bandas de Los Ángeles de la década de 1960, flotando en contradicciones, y simplemente abrazándolas o aceptándolas; lo plástico y lo genuino, el comercio y el arte, lo experimental y lo comercial, lo blanco y lo negro, el alma y la explotación, la belleza y la fealdad, el sexo y el amor. Y, naturalmente, la música resultante es adorable, tan de su tiempo como eterna, de una época fuera del tiempo real, y tan inmortalmente fresca.
William Crain
[Publicado originalmente en Tangents en noviembre de 2005]