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sábado, 4 de julio de 2015

DOS MILLONES DE VOCES: LA DIVISIÓN NORTE/SUR EN LA MÚSICA DE CALIFORNIA DURANTE LOS AÑOS SESENTA

Realmente me gusta Los Ángeles, en verdad un montón. Una multitud reunida en realidad no tiene mente. Cada persona la tiene de manera individual. Todos ellos tienen mentes atractivas. Por eso, apuesto a que en la mente de una chica de dieciséis hay más filosofía de la que alguna vez soñaste fumándote un cigarrillo entero. Algunas de esas cartas a esas revistas de fans son realmente solitarias y profundas y abiertas. Algunas de las que leí en verdad me golpearon, son realmente abiertas y sinceras.

Jim Morrison, verano de 1968, hablando con Los Angeles Free Press.

AD3v6W.jpgColor, estilo y pulcritud.

Una prueba de si un tipo de música o grabación puede resistir el paso del tiempo es cómo suena fuera de los hiperbólicos recuerdos de aquellos que la experimentaron en el momento en que fue creada. Y este criterio es solo uno de tantos en los que las bandas del Sur de California de la década de 1960, centradas principalmente en Los Ángeles, superan a sus contrapartes del Norte de California. Por eso muchas de las grabaciones hechas por bandas como los Byrds, Buffalo Springfield, The Beach Boys, Love, The Doors, The Seeds, Captain Beefheart, The Turtles, Johnny Rivers, The Mamas And The Papas, Ricky Nelson y The Monkees continúan sorprendiendo, sonando frescas y excitantes incluso hoy en día. Aunque puedas escuchar a las personas que vivían en el Norte de California entusiasmados sobre lo increíbles que eran las bandas de San Francisco y el Área de la Bahía (de hecho encontrarás que, mayormente, solo a las personas que estaban allí les entusiasmaba), los contemporáneos de Los Ángeles que vivían en el Norte de California suenan hoy pasados de moda, confundidos y, por último, aburridos. Tiene sentido, porque aunque esos sonidos del Norte de California reforzaban y reflejaban un estilo de vida por entonces floreciente, creando una especie de circuito cerrado, un lazo de retroalimentación, estaban irremediablemente atrapados en el tipo de movimiento comunal hippie que estaba sucediendo en ese momento. Y supongo que todavía hacen alucinar las mentes de los que estaban allí.

Pero ahora suenan relevantes solo en el contexto de la época, e incluso realmente no demasiado por entonces. Cuando se le extrae del medio en que existieron y prosperaron, el estilo de vida hippie (ese sentido del propósito y movimiento hacia adelante, y desde luego las drogas) suena simplemente aburrido o fastidioso, muerto y enterrado en el momento que nació. Coloca "Anthem Of The Sun" (Grateful Dead) o "Electric Music For The Body And Mind" (Country Joe And The Fish) en tu tocadiscos y aunque es posible escuchar pequeños destellos aquí y allá, en general, apenas si se sostienen cuando se le extraen los fuertes recuerdos de los que estaban allí. De hecho, apestan tan fuertemente a pachuli, a ropa sin lavar, a mentes fritas en ácido y a los últimos espejismos de esa generación de personas inactivas e irresponsables, que tales grabaciones se hunden bajo el peso de su propio significado indigno y de las infladas y equivocadas asociaciones de una vida mejor a través de casuchas comunales, químicos y pensamiento grupal. En general la música del Norte de California (siempre hay algunas excepciones como el primer álbum de Moby Grapes, Creedence Clearwater Revival y los Beau Brummels) se hundió por debajo de su fallida promesa y virtuosa autopretensión.

Es extraño, además, porque también las bandas de Los Ángeles tienden a evocar un tiempo y un lugar propios, pero al igual que las ilusiones creadas por Hollywood, la magia parece no estar centrada en ninguna realidad fija que existiera entonces ni ahora. En lugar de solo evocar un solo momento y lugar, inspira nuevas fantasías y nuevos mundos. Es un lugar en tu cabeza y tu corazón, y está siempre fresco cuando lo revisitas, un lugar de bienvenida para todos, sin importar la edad. El Los Ángeles de mi mente es un hermoso lugar besado por el sol donde los surfistas abiertos al ácido y la hierba escriben canciones acerca de sus chicas sumergiéndose a la luz de la luna, perdiéndose, cortando su largos cabellos o llegando en colores. Es una música que mezclaba Kurt Weil con rhythm and blues, surf music, el Tijuana Brass de Herb Alpert, Pop Art, ocultismo, avant-garde y las películas de Hollywood, incluso Johnny Mathis, y daba como resultado algunos híbridos increíblemente potentes. Puedo oír las olas rompiendo en el fondo, los días soleados, las noches frescas, las colinas de Hollywood llenas de niños inocentes prestos a experimentar con la vida y nuevas sensibilidades, con el cabello crecido al estilo de los Byrds/Brian Jones con rayitos solares, usando un poco de gamuza y montones de corduroy, todos atrapados en la cultura POP; autocinemas, motos, escúteres, coches personalizados por Big Daddy Roth, historietas de Marvel, estrellas de cine, y un porro o dos. Haciéndolo en Sunset Strip, persiguiendo a todas las piernas hermosas.

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Desaliño, escapismo y autoindulgencia.

Cierro mis ojos mientras escucho a la 5th Dimension y veo a los Byrds tocando en la fiesta de cumpleaños de Peter Fonda; Sal Mineo, Jack Nicholson y Dennis Hopper mezclándose amigablemente con las nuevas estrellas del pop de Los Ángeles. Escucho a Johnny Rivers y puedo ver a Steve McQueen garabateando notas para el álbum de Johnny después de bailar el frug con su banda en el Whiskey a Go-Go. Oigo "River Deep, Mountain High" y puedo imaginar a Phil Spector como un retorcido enano del mal, mirando tras sus gafas de sol mientras exprime cada último trocito de emoción de una Tina Turner en sostén. Todo el mundo en lo alto de su propio potencial, grandes ideas, grandes planes. Todos en su propio viaje, tratando de poner en orden sus propias cabezas, tratando de realizar sus propios sueños. Es ese Individualismo Norteamericano, el espíritu pionero, el destino manifiesto que alcanzó al final del continente. Y justo al lado, por debajo tal vez, está la atracción oculta y oscura, el lado sórdido, los terrores del abismo, y el ilimitado potencial de cada cosa; el subconsciente mental tan acertadamente representado por las profundidades del propio Océano Pacífico. El West Coast del mal y de la gloria centrado en Los Ángeles, la ciudad de las ilusiones, y de los sueños rotos que de la que Raymond Chandler y Nathanael West escribieron tan elegantemente, y la "tristeza del fin de la tierra, la alegría del fin del mundo" inmortalizada por Kerouac. Todas esas personas de Los Ángeles; los muchachos, las bandas, los escritores, los técnicos y las estrellas parecen compartir estas intuiciones y contradicciones y sabían que era mejor no aproximarse a ellas de manera condescendiente.

Las bandas de Los Ángeles eran mucho más limpias que sus contrapartes del Norte de California, en todos los sentidos; en su modo de vida, estilísticamente, en la forma de vestir, en la presentación, y en el sonido. Se las siente más saludables. Todas las supuestas críticas a las bandas de Los Ángeles son en realidad sus mejores atributos y ventajas: la plasticidad, la profesionalidad, la noción de los negocios, la dependencia de la tecnología y los estudios de grabación, abasteciendo a los teenyboppers (adolescentes, especialmente chicas, que siguen con agudeza la última moda en ropa y música pop), mostrando el show business en sus raíces. Todo esto, cuando se ve en la claridad de la luz del presente, son puntos fuertes. ¡Y una gran parte de las razones por la que esos discos todavía suenan increíbles en la actualidad! En resumen, no se extraviaron creyéndose la máximo, sacrificados a una petulancia santurrona. En vez de ello, se abrieron a todo el mundo y asimilaron una gran cantidad de influencias a un ritmo increíblemente rápido y si en el proceso se facturaba un dólar, bueno, seamos honestos, es agradable para vivir cómodamente. Te veré en la piscina en otro hermoso día en Los Ángeles; compartiremos un pitillo y con una lluvia de ideas planearemos nuestra próxima película, nuestro próximo LP o single.

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Concisión, show-biz y espíritu popular.

Se trataba de música pop, cultura popular mezclada con vanguardia experimental, por lo que la experimentación aún mantenía la vista en cosas como la brevedad, el ingenio, los ganchos, el estilo, el empaquetado y la presentación. Ser de Los Ángeles implicaba también heredar una rareza auténtica iniciada por bichos excéntricos de Hollywood como Orson Welles, Robert Mitchum, Marlon Brando, Monty Clift y James Dean.

Y así tenemos a estas bandas de Los Ángeles de la década de 1960, flotando en contradicciones, y simplemente abrazándolas o aceptándolas; lo plástico y lo genuino, el comercio y el arte, lo experimental y lo comercial, lo blanco y lo negro, el alma y la explotación, la belleza y la fealdad, el sexo y el amor. Y, naturalmente, la música resultante es adorable, tan de su tiempo como eterna, de una época fuera del tiempo real, y tan inmortalmente fresca.

William Crain
[Publicado originalmente en Tangents en noviembre de 2005]

domingo, 14 de junio de 2015

DOS MILLONES DE VOCES: BOB STANLEY Y LOS SINGLES DE 7 PULGADAS

Bob Stanley explica por qué gastaría £100 en una canción que odia, sólo para conseguir el formato táctil más hermoso: el single en vinilo de 45 rpm.

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El single de 45 rpm, la negra y dura pieza central de la revolución adolescente, cumple sesenta años el próximo martes. Algunos pueden argumentar que su ascenso y caída refleja la edad de oro del pop. Echar un vistazo a un single de 1957 del sello London, con las letras de oro, o a los ángulos y manchas DIY de un lanzamiento de 1979 de Rough Trade puede aumentar el pulso, causar sentimientos de nostalgia, orgullo, envidia. El 45 es fácil de amar. Hay más de ellos en las tiendas que los que había hace diez años, sin embargo es difícil pensar en los 45s del siglo veintiuno como algo más que una novedad, una concesión a la pretensión del indie kid que es irrelevante para la mayoría de los consumidores de música.

Cinco décadas atrás fue, sin duda, fundamental para el estilo de vida adolescente. Podías hablar de discos antes del colegio, entre las clases, durante el almuerzo. Después de la escuela, los únicos lugares donde podías escuchar rock'n'roll eran los bares de café. La máquina de discos en la esquina contenía los 45s de Gene Vincent y Chuck Berry que ansiabas, las grabaciones que no se te permitía tocar en los nuevos y caros radiogramas de tus padres (te quedabas con el gramófono a cuerda de 78 rpm si tenías suerte) Unos pocos años más tarde y podías hacerte de un Dansette con un eje para apilar tus 45s, el único modo de proveer un sountrack a tu fiesta de dieciséis.

Llegada la era punk, los 45s estuvieron de lado de la siguiente generación de los suburbios, en un formato R'n'R de regreso a los orígenes, que destrozaba lo progresivo y era demasiado feroz para sonar en la radio. En los 80 estaban los singles de los Smiths, tan perfectamente empaquetados, tan estéticamente deseables en comparación a la música favorita de entonces (Brothers In Arms de Dire Straits en disco compacto) Cuando Mr. Vain de Culture Beat la rompió y llegó al número 1 sin ningún soporte de siete pulgadas en 1993, la época dorada de los 45s llegó a su fin. Los años siguientes fueron un periodo de transición en que el francamente feo CD-Single y el "cassingle" mandaban antes de los albores del nuevo siglo, e Internet finalmente confinó el 45 a un lindo estado de reliquia.

En 1949, RCA Victor no pensaba en alimentar a chicos hambrientos de vinilo, o en cómo Mr. Vain eventualmente arruinaría la fiesta. Todo lo que pensaba era en cómo contrarrestar el nuevo vinilo de 33 rpm del sello Columbia, lanzado a mediados de 1948, con un formato distinto y diferente maquinaria. Los tocadiscos de 45 de RCA se conectaban en la parte trasera de tu radio, con gusto y pocos medios, pero necesitabas una máquina aparte para tocar tus álbumes, un estado de las cosas que duró un par de años antes de que RCA y Columbia decidieran compartir sus tecnologías.

El primer single de todos fue una grabación country hecha por Eddy Arnold llamada Texarkana Baby. Arnold era manejado por el Coronel Tom Parker, quien vio a otro de sus clientes, Elvis Presley, firmar para RCA Victor en 1956. Texarkana Baby fue prensado en un poco común vinilo verde; RCA pensó que, en la guerra de los formatos, necesitaban una novedad, y por eso prensaron música country en vinilo verde, música infantil en amarillo, clásica en rojo, y música de "raza" (rhythm and blues) en "cereza", o lo que parecía naranja para el americano promedio. El pop genérico era lanzado en negro genérico.

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En su comunicado de prensa RCA describió el 45 como "la mejor grabación jamás hecha" y aseguró que "más de 150 singles o 18 sinfonías caben en el espacio de un pie longitud en la estantería", lo que parece una absoluta mentira. En Gran Bretaña, de algún modo por detrás de los EE.UU., el single no se introdujo hasta noviembre de 1952, cuando EMI lanzó un puñado de 45s de música clásica en rojo oscuro de aspecto deseable bajo el sello HMV. El mismo mes, la New Musical Express lanzó el Hit Parade de los singles más vendidos, todos los cuales eran a 78 rpm. EMI muy rápidamente se dio cuenta que el tiempo de reproducción de tres o cuatro minutos era mucho más adecuado para el pop que para la música clásica y en marzo de 1953 HMV, Columbia, Parlophone y MGM lanzaron, respectivamente, I'm Yours de Eddie Fisher, Blue Tango de Ray Martin, Out Of The Gallion de Humphrey Lyttelton, y A Couple Of Swell de Judy Garland y Mickey Rooney como sus pistoletazos de salida. A finales del año, EMI había lanzado cerca de 300 títulos y las materias primas para una revolución vinieron juntas.

Según su panfleto promocional, RCA había descubierto "el artefacto que la escuela ama" ya en noviembre de 1949 ("pequeños y atractivos discos que pueden deslizar en sus bolsillos, van a por el precio más bajo a la nueva velocidad, van por el pequeño disco que encaje en el estante al lado de sus novelas de bolsillo"). La desechabilidad del 45 portátil se reflejó en la funda de papel delgado y la falta de vistosidad del arte de portada que acompañaba al álbum. La apariencia y el sentir de las casas disqueras por tanto se convirtieron en un código adolescente secreto, y ciertos sellos pertenecían a ciertos grupos. Los Beatles tenían la etiqueta negra de Parlophone con su logo de libras (¿para significar que fueron acuñados?); los Kinks estaban en la adecuadamente visionaria etiqueta rosada de Pye; los Rolling Stones eran los reyes de la etiqueta azul oscuro de Decca, con su curioso logo de una oreja gigante, alojada en una funda de rayas naranjas y blancas. Las etiquetas "A" rojas en EMI de las copias promocionales de mediados de los sesenta eran verdaderas obras de arte popular, muy apreciadas por entonces y ahora por los snobs del pop.

Llevado por la necesidad del músico de rock de "extenderse", y por el aumento de grupos de solo álbumes como Led Zeppelin, el single fue más bien marginado en los años 70. Su segunda llegada estuvo inspirada por el punk, no solo porque llevó a la música que se degusta de un bocado a ponerse de moda otra vez y rechazó las sinfonías de rock lideradas por el mellotrón, sino porque revitalizó el aspecto de los 45s. Para 1976 casi todo el mundo en el pop se había vuelto perezoso. El Glam era un recuerdo que se desvanecía, las listas estaban atascadas con novedades (The Wurzels, Demis Roussos) y country eficiente de la talla de Billie Jo Spears y JJ Barrie. De hecho, incluso los compradores de discos se volvieron descuidados (¿de qué otra manera explicar que un single country de una banda holandesa, el tedioso Mississippi de las Pussycat, pasara un mes en el número uno? Difícilmente podrías culpar a las discográficas por empaquetar estas tonterías con las más básicas y feas etiquetas de plástico y pegarlas a simples bolsas blancas. Hasta Anarchy In The UK, publicado en diciembre de 1976, vino en una ramplona funda de papel.

Si los nuevos sellos independientes de punk querían destacar, entonces, la solución era simple: Stiff lanzó New Rose de los Damned, New Hormones publicó el Spiral Scratch EP de los Buzzcocks, y ambos vinieron en fundas con imágenes. Contrarrestando a los indies con retraso, la discográfica grande Elektra puso en la calle My Best Friend's Girl de los Cars en un vinilo con la imagen de un carro y obtuvo un éxito en el número 3. El público se volvió loco por los 45, comprando más en 1978 que en cualquier otro año; antes de fin año, incluso Mary's Boy Child de Boney M tenía ventas por anticipado de medio millón y sigue siendo el décimo single jamás vendido del Reino Unido.

Posiblemente los compradores de discos estaban hipnotizados por los vinilos de colores giratorios que se introdujeron en Top Of The Pops. Estos, se supo recientemente, fueron robados por Maggie Philbin de Swap Shop cuando los créditos iniciales cambiaron, y acaban de ser vendidos en eBay. Yo hubiera duplicado el precio, fuera cual fuese.


Eso es porque para los coleccionistas obsesivos como yo, los 45 siguen siendo el formato pop y conservan su encanto en una era en que los formatos pop están acabados. Escuchar Day And Night de Kid Cudi en Spotify simplemente no me ofrece la emoción de sacar el disco de la funda, colocarlo en el plato y guiar el brazo sobre lo que RCA Victor llamó el "microsurco". Buscar en internet 45s contemporáneos de pop de, digamos, Girls Aloud o las Sugababes, es una experiencia miserable; el hecho de que Push The Button y The Show nunca fueran publicados como 45s lo encuentro profundamente triste. Me encantaría mucho archivar Push The Button junto a You Send Me de Sam Cooke, I Love Your Smile de Shanice y You're So Good To Me de los Beach Boys (45s para adaptarse a los primeros brotes de la primavera) Sabiendo que no puedo, y que Push The Button solo fue lanzado digitalmente, me pone al borde de un ataque de pánico.

Si tuviera menos de treinta años, en sintonía con los CD, luego Napster, luego Spotify, probablemente no me importaría. Y, sin embargo, me siento rodeado de cajones de Schweppes llenos de redundantes 45s que ahora están apenas a un instantáneo clic de distancia. Todavía busco raros pressings de antiguos 45s, que fueron fácilmente superados en ventas por los 78s, y los del cambio al siglo 21, que solo fueron prensados para el envejecimiento de máquinas de discos de vinilo. El resultado de esta manía es una lista de deseos de 45 que incluye How Much Is That Doggie In The Window de Lita Roza (que hasta la cantante odia), por el que con gusto gastaría buen dinero.

No creo estar solo en mi enfermedad. Los sellos principales podrían desperdiciar un ardid no lanzando en 45 todo lo que alcanza el Top 10. Podrían ser ediciones limitadas, tal vez incluso con dibujos de carros, con forma de Rolex, de muñeca. O tal vez no. Thomas Edison continuó haciendo cilindros de cera, para un mercado cada vez más reducido, hasta su muerte en 1931, porque se negó a creer que el formato moriría. Así que, por el bien de la cordura, te concederé que los 45s son un producto de una época pasada, hermosos y deseables como son. El corazón de una revolución cultural, sin embargo, sobrevivirá en la memoria colectiva como algo más que simplemente las tabaqueras de la mitad del siglo veinte.

[Publicado originalmente en The Guardian el 27 de marzo de 2009]