sábado, 21 de febrero de 2015

LOS DISPAROS - HISTORIAS MÍNIMAS (2014)

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Hola, L. (se siente agradablemente raro volver a llamarte "Ele", los nombres con ele son los mejores) Hace muchísimo tiempo que no sé de ti y no pienso echarle la culpa al trabajo, las clases, ni a lo que sea que hayamos estado haciendo desde entonces. Tampoco a todas las personas que conocimos. Simplemente dejamos de vernos. Pero hace ya varias semanas que poco a poco vengo recordando algunas de las cosas de cuando éramos dos de una especie. Por ejemplo, cómo solíamos entusiasmarnos con cada descubrimiento. En la radio lanzaban una nueva que nos gustara y corríamos a contárnoslo, por lo general luego de varias horas e incluso días (no había ni celulares ni internet, al menos donde vivíamos) y el primero que la tuviera en cassette se la copiaba al otro. También era casi una ley compartir nuevos trucos de videojuegos y nuestros primeros libros. Todo era nuevo a pesar de las tantas limitaciones. Sin embargo, hay algo que he recordado por sobre todas las cosas: nuestras promesas. Estoy seguro que, como yo, con el tiempo las rompiste e hiciste unas nuevas. Que a su vez volviste a romper y pasaron cosas que te llevaron a juramentar de nuevo. ¿Pero qué es lo que se pierde en el camino y por qué duele tanto? Algunas de esas promesas, no solo las que hice contigo, he tratado de mantenerlas. Lo malo es que a menudo se ven y se sienten (sobre todo se sienten) como pines en un traje equivocado.

He recordado todas estas y otras cosas, creo, desde que escuché el single debut de los españoles Los Disparos en las primeras horas de enero. Había recibido el año con decepción, otra promesa rota de las demás que (sin saberlo yo aún) vendrían con el pasar de las semanas. Dejemos de lado el aspecto visual por un momento. Dejemos la diana mod de la carátula del disco (por cierto que hace ya varios años descubrí todo un mundo en el soul, lo mod, y derivados), dejemos la ropa a la medida y las scooters (¡espero tener una pronto!) del videoclip. Lo que me atrapó casi al instante fue cómo todavía se puede utilizar el pasado de base y catapulta hacia el futuro. Cómo el cambio de acorde necesario y el golpe de batería preciso aún es relevante si las palabras que las acompañan nos pintan imágenes que podamos abrazar sin rubor. Quizá es más relevante que antes, dado el panorama musical actual y la escasez de refugios que nos ofrece. Esto es música que habla de nosotros, de personas comunes y corrientes con grandes historias detrás. De noches de baile y promesas. De "un único lenguaje que entendiéramos tú y yo". De tardes de sol junto a amistades eternas que duraban lo que un curso del colegio. Del primer amor y la primera decepción, cuya pena sigue repitiéndose dos, tres, todas las veces posteriores porque tardamos en solucionar lo imbéciles podemos llegar a ser y perdemos personas en el intento de mejorar, cuando ya es tarde. ¿Entiendes ahora por qué este siete pulgadas se llama Historias Mínimas? Tengo que agradecer el boletín de novedades que Clifford Records envía al correo. Son ellos quienes los editan, y así fue como los conocí.


Pero no creas que todo esto se trata de mera nostalgia. No todo es Who o los Jam, ni power pop, aires sixties o mod revival. Hay de eso y a raudales, pero de una manera tal que también nos brinda esperanza. Escuchas estas cuatro canciones y sabes que las cosas irán bien. "Las páginas de esta vida podrían cambiar", "todo puede suceder", "hierve tanto la sangre por tus venas: señal de que no ha muerto la primavera", "lo que nos queda: DIGNIDAD" y tantas frases que nos aseguran que al final venceremos. Que depende únicamente de cuánto lo queramos. Si crees que exagero (después de todo hace tanto que no nos vemos, nuestros gustos ya no se complementan) escucha Héroes de Barrio, mi favorita del single. No oía una canción actual tan sentida y digna al mismo tiempo desde ya no sé cuándo. Con ese bajo preparándonos desde el comienzo para una melodía emocionante, llena de latidos de batería en compás con los de nuestros corazones, y de redobles que nos empujan a hacer cosas de una remaldita vez. Tan solo esa canción ya justifica la existencia del grupo y por qué se llaman como se llaman. Si la hubiera escuchado apenas salía el disco a la venta (a mediados de diciembre último, más o menos) la hubiese puesto bastante arriba de mi lista de fin del año. Ahora trato de remediar esa omisión poniéndola una y otra vez en el tocadiscos, a todo volumen.

La llegada del disco a casa fue algo accidentada pero tras unas cuantas semanas más de espera todo se solucionó. Si tienes oportunidad de verlos, hazlo. He visto presentaciones de ellos en youtube y es algo que me quedará pendiente experimentar en vivo. Mientras tanto seguiré compartiendo este EP con mis amigos (¿recuerdas a Jesús? me está ayudando mucho últimamente) y haciéndolo girar en casa y posiblemente en fiestas. Es parte ya de la banda sonora de este verano que se aleja junto a algunas personas. Solo espero que te encuentres bien allá donde estés y con quien estés. Como cuando éramos fuertes y sin nombre, persiguiendo sueños en un tejado, he vuelto a compartir un descubrimiento contigo y con quien sea que esté leyendo esto ahora. Ya no en cassette o por teléfono, obviamente, ni mediante discos quemados con portadas hechas a mano ni a través de dispositivos que unen dos audífonos en un viaje de bus. Porque hay momentos que nunca más regresan. Pero al menos no todo es malo: eso le deja espacio, mucho espacio, a momentos nuevos. No me siento del todo bien pero no es nada que no haya sucedido antes. Todo pasa. Tú y yo lo sabemos mejor que nadie.

Historias Mínimas
Los Disparos, 2014
Clifford Records

martes, 17 de febrero de 2015

CUANDO ESCUCHÁBAMOS RADIO

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Estoy de vacaciones desde el lunes pasado, así que aprovecho para hacer varias cosas. Algunas de ellas interrumpidas por mi rutina diaria de trabajo y relegadas únicamente a los fines de semana. Por ejemplo: continuar con la limpieza y el orden a fondo de mi cuarto. Botando cosas (papeles, en su mayoría) revisé unas cajas y di con el autógrafo que me hizo Toño de Libido en la puerta de Radio Comas al salir de una entrevista. La banda estaba en plena promoción del Hembra (su segundo disco) y esa misma noche darían un concierto en el por entonces nuevo local llamado Muelle Inn, a veinte minutos en carro de mi casa, también en Comas. Gracias a un concurso y mi participación vía telefónica, Toño y la radio decidieron regalarme una entrada para esa presentación. Solo había que hacerles un par de preguntas que ya ni recuerdo (en realidad sí, pero me da vergüenza) y entraba al sorteo. Como tenía planeado abordarlos cuando dejaran la estación, llamé desde un teléfono público a pocas casas de distancia, gastando más monedas de lo que me podía permitir. Pero valió la pena. Mi amigo Luis estaba conmigo y escuchábamos la entrevista desde su walkman compartiendo los audífonos cuando mencionaron mi nombre. Nunca antes había ganado nada, especialmente en las rifas del colegio. Tenía que pasar por ella en la tarde/noche, así que fui saliendo del instituto.

El concierto empezó casi dos horas después de lo que decía el boleto, horario que al parecer solo yo había respetado. No era la primera vez que veía a una banda en vivo pero sí la primera vez que se trataba de una completamente de moda y, digamos, fresca (a pesar de sus limitaciones) También la primera vez que estaba sin compañía y me tomaba un par de cervezas yo solo. Es probable que ya ninguno de los asistentes de esa noche recuerde este concierto, pero yo sí recuerdo que la disco estaba repleta (vi también un montón de conocidos, aunque no me saludara con todos), recuerdo la ropa que llevaba puesta (camisa blanca manga larga remangada hasta los codos, el reloj de mi viejo, un jean oscuro y mis zapatos/zapatillas favoritas), lo que bebí (dos botellas de Cristal) y hasta el setlist (en parte porque fue de lo más obvio, empezando con el single de ese momento y cerrando con su mayor hit) Aunque había demorado más de la cuenta, en casa no me dijeron nada. Dormí contento aquella noche.

Muchas horas antes doce o quince personas nos habíamos agrupado para abordar a Toño y Salim a la salida de la radio y nos den unos autógrafos. Uno de esos fans (a quien yo no conocía de nada) se ofreció a fotografiarnos por cinco soles. Luis y yo aceptamos, pero dudaba de si Salim saldría en la foto. Mientras firmaba unas hojas de mi cuaderno le había hecho una broma ("a este tío yo lo conozco pero no sé de dónde") que respondió con cara de culo. Pero cuando le pedimos que posaran ambos nos abrazaron como si los cuatro fuéramos de un equipo de fútbol, y miramos todos a la cámara sonriendo y haciendo muecas. Una foto realmente divertida en un mediodía precioso lleno de sol. No sé si el tipo la reveló o qué, porque perdí su teléfono y su dirección (era de Los Olivos) así que mi único recuerdo físico de aquel día es este papel firmado y el boleto del concierto. Los mismos que, como les contaba, encontré hoy en una caja mientras hacía baja policía en mi cuarto.

Ya no soy fan de Libido, aunque todavía me gusten varias de sus canciones. De lo que siempre seré fan, en cambio, es de la radio de mis días de adolescencia y la clase de ritos que traía consigo. Esperar horas escuchándola con el cassette listo para grabar LA canción (el techno fue mi northern soul, les hablaré de ello pronto), y rezar para que el locutor no la interrumpiera con su voz o con la cuña de la emisora. Anotar los títulos con cuidado, traducidos o erróneos en muchos casos. Ahorrar para comprar más cassettes y quedarte sin dinero para los conciertos. Llamar a la emisora para que te regalen entradas y disfrutar de lo que era uno de tus grupos favoritos. De eso, lo digo otra vez, siempre seré fan. Era el año dos mil y yo tenía pocos meses de haber cumplido los dieciséis.

lunes, 9 de febrero de 2015

LAS POSTALES DE JENS LEKMAN

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Este año Lekman vuelve con un nuevo LP. Sin embargo, a inicios de enero nos contaba que como compositor había emociones y pensamientos que no resistían todo el proceso creativo. Que hay grandes posibilidades en que algo deje de ser importante de una mañana a otra, lo cual a veces no es justo. Fue entonces que nuestro sueco favorito hizo una promesa de año nuevo: sentarse una vez por semana, durante todo el 2015, a componer una canción para preservar esas sensaciones en el tiempo (subiéndolas a su cuenta personal de Soundcloud). Luego de de tres álbumes y varios EPs y singles, es gratificante saber que busca nuevas maneras de estimular su creatividad imponiéndose un plan de trabajo tal. Pero a pesar de la alegría de saber que tendríamos una canción nueva de él por semana, yo desconfiaba de que pudiera lograrlo. Después de todo (eh, tú, Sufjan, no mires a otro lado) no es el primer compositor en dejar de lado un proyecto de esta clase.

Y véanlo, véannos ahora. Febrero casi acaba y tenemos ya seis postales, que así prefiere llamarlas él. Y todas son una belleza. Unas más, otras menos, pero todas tienen el encanto de lo cotidiano. ¿Cómo es posible que no use alguna de ellas en su nuevo disco? Estamos hablando de 52 canciones nuevas. Dos o tres seguro irán a parar al próximo álbum, ¿pero y las demás? Las melodías brotan de este señor, no hay duda.

Y todas tienen su marca, esa que tanto nos gusta. Los pianos lánguidos y solitarios de aquellos lejanos cortes del "Oh You're So Silent" en Postcard #1, diciéndonos que estas canciones son "como marcadores de libros en el tiempo, como migajas de pan". O describiéndonos una tarde en el parque con samples y toques jazzy en la #2. La tercera Postal, en cambio, resultó de algo mucho más especial como un pedido para tocar en una boda. ¡Jens entonces dedicó su nueva canción a los novios! Dos australianos que "sencillamente se despertaron un día y decidieron que el sol es aburrido" y terminaron casándose en Jukkasjärvi, una de las localidades más frías de Suecia (famosa por su hotel de hielo) "Si el amor puede sobrevivir aquí, entonces el amor puede sobrevivir en cualquier lugar". Qué envidia.

La cuarta Postal es mi favorita hasta el momento. Un accidentado viaje en bus (con truenos y todo) como catalizador de recuerdos que van quedando atrás, saliendo de diferentes partes del cuerpo y los sentidos (rimando cortex con gortex con vortex) La melodía es bellísima pero resignada, acompañándose otra vez de un piano y suaves vientos. Es una lástima que dure tan poco. En Postcard #5 narra las sensaciones que le dejan las giras y lo que creía de ellas cuando empezó a hacer música. No puede evitar pensar en todos los pequeños lugares que no ha visitado, lejos del circuito de los festivales y las ciudades principales. Así que propone tocar donde sea siempre que lo inviten. "Livingroom Tour" lo llama, y al final de la canción nos pide que le escribamos a su correo si queremos que toque en nuestra sala, el jardín de un amigo, o en la biblioteca.

La última de las postales hasta el momento es otra de mis preferidas. De los samples que usa, el de la banda sonora de Interstellar nos da la clave de la canción. Tal como lo hace el protagonista de la película, Jens deletrea en morse las palabras "I Miss You". ¿Pero cuántos de nosotros sabemos código morse? Así que al instante se deja de rodeos: "te extraño, te extraño, te extraño".

Te extraño...

Te extraño...


Sí, nuestro corazón podrá estar roto, pero aún quedan cuarenta y seis postales más que nos hagan compañía una vez por semana. "Entonces al final de este año podremos sentarnos tú y yo y escuchar todas estas 52 canciones, y recordar dónde estábamos y cuándo, y a quién besamos y a quién perdimos. Estoy deseando llegar a eso." Yo nunca quise llegar a eso, Jens. Pero ahí estaré de todas formas.

Postcards
Jens Lekman, 2015