viernes, 27 de abril de 2012

SINDICATO DE HÉROES DE CULTO SUSTITUTOS: JULIO FAIRLIE (1922 - 2012)

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Aunque nunca conocí a Julio Fairlie en persona, desde pequeño vi su trabajo a través de mi padre quien solía dibujar de memoria a Sampietri [1], su creación más conocida, poco antes que sus tiras dejaran de publicarse a fines de los ochenta cuando aún se las podía leer en los diarios Ojo y El Popular. Algo similar a lo que había vivido mi viejo durante su niñez en los cincuenta, mientras Fraire trabajaba para Última Hora luego de haber serializado con éxito una historieta policial en la década anterior. Sampietri fue otro éxito, más duradero, que retrataba con mucha gracia al típico criollo de barrio: el picaflor elegante de veintiúnico traje, bien peinado y fino bigote (de chico me parecía su boca) que gusta vivir de los demás.

En los noventa, cuando creo que ya nadie le publicaba sus trabajos, mi viejo solía hablar de él con nostalgia y aprovechaba en enviarle saludos por medio de Cayo Pinto, otro grande de la historieta peruana, al encontrarse comprando viejos discos de vinilo en el mercado de La Parada donde el también cómico buscaba ropa estrafalaria para sus presentaciones. Incluso yo mismo extendí mis saludos a mediados del 2007 cuando junto a un grupo de amigos fuimos invitados a presentar algunos de nuestras creaciones en el festival de historieta nacional Viñetas & Viñetas. El día de la inauguración el padre de Cayorate nos recibió entusiasta con mucho humor y afecto, contando batallitas y alegrándose de que haya todavía jóvenes que reconozcan el trabajo de los mayores.

Estas esporádicas escenas se mantuvieron hasta finales del 2008 cuando la salud física del Sr. Fairlie empezó a menguar, dando pie a entrevistas y artículos en medios como Domingo, Somos, Correo, etc. que finalizaron en un justo homenaje por parte de la Cámara Peruana Del Libro en la Feria Ricardo Palma de aquel año y en una muestra retrospectiva en la Casa Mariátegui, celebradas ambas con alegría entre los antiguos y nuevos seguidores de la historieta no solo nacional. Por fin el trabajo del "Flaco" (así le llamaban cariñosamente sus cercanos) era reconocido a tal punto que se determinó como Día De La Historieta Peruana la fecha 12 de septiembre. El honor se debe a ese día de 1952 en que Sampietri, en un gesto inaudito y nunca repetido, despide a todas las tiras extranjeras que publicaba el diario Última Hora a página completa, metiéndose en cada una de ellas para comunicarles a sus personajes que desde el día siguiente solo se publicarían historietas nacionales [2].

Julio Fairlie murió en la madrugada del martes 24 de abril en el distrito de Punta Negra, al sur de Lima. Quienes lo conocieron aseguran que era un aventurero: gustaba recorrer diversas partes del Perú en moto incluso hasta una edad avanzada, como cuando a sus sesentaitantos fue de la capital hasta su Arequipa natal y querida en una motocicleta que funcionaba de puro milagro. Todo un joven de corazón en sus trabajos como artista gráfico y publicista o en la pintura y carpintería que llegó a cultivar con los años. Solo queda esperar la publicación definitiva que recopile en un solo tomo todo su trabajo pues mi generación es quizá la última que llegó a ver publicadas no solo sus tiras sino también las de muchos otros colegas suyos que lamentan su pérdida y lo recordarán con cariño [3]. Mejor manera de conservarlo para generaciones futuras no hay. Adiós, maestro.

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★ Allan
lápiz y papel

1. También solía dibujar a Serrucho, creación de David Málaga que pueden ver aquí.

2. Pertenecientes a la King Features Syndicate, aquí pueden verse las tiras que tuvieron el honor de recibir a Sampietri. Detalle curioso el que en aquella época a Donald se le conociera como Pascual.

3. El diario Onda y los ya mencionados Ojo y El Popular publicaban no solo las tiras de Julio Fairlie sino también las de Cayo Pinto (Cayorate), Marino Sagástegui (ilustrador en Caretas), Rubén "Osito" Osorio y Hernán "Monky" Bartra (Manyute, Chepar, Fulano y los entrañables Coco, Vicuñín y Tacahito) aquí una foto de todos ellos, en el mismo orden. Se echa en falta a Juan Carlos Silva, otro maestrazo, más conocido como Crose (Pachochín, Jarano, Mamerto, Las Nenas De Crocheto, El Niño Querubín Y La Natachola) que posa aquí junto a algunas de sus creaciones.

martes, 24 de abril de 2012

OSVALDO SORIANO - TRISTE, SOLITARIO Y FINAL (1973)

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O «Carrera de caballo, parada de burro», diría mi abuelo (en realidad nunca dijo tal cosa) La contra me llamó mucho la atención: persecuciones y cine de la primera mitad del siglo pasado. Premisa deliciosa en la que un viejo Philip Marlowe (detective creado por Raymond Chandler), a pedido de Stan Laurel, y el mismo escritor Soriano, por interés personal y profesional, indagan acerca del olvido en que cayó el cómico inglés y su amigo Hardy luego de tantos años de éxito. La excusa perfecta para conjeturar acerca de esa hoguera de vanidades que con seguridad fue la edad dorada de Hollywood y enfocar de manera distinta la relación entre cómicos de la época, descubriendo tal vez más de una motivación siniestra propias de la competencia profesional y el dinero. Lástima que esto solo cuente con un par de líneas en toda la novela.

El argumento avanza bien y atrapa, con diálogos ingeniosos y una narración que homenajea las antiguas películas de aventuras. Una suerte de nuevos «gordo y flaco» a regañadientes, sorteando la vida entre armas y golpes. Pero es a partir de la segunda mitad que el autor parece no saber adónde ir. Los protagonistas se encargan de un caso de infidelidad que a fin de cuentas solo los lleva a deambular junto a personajes intrascendentes, casi olvidando su mutuo interés original. Se mantienen los buenos diálogos, las caras conocidas (Martin, Wayne, Farrow, etc) pero la novela pierde dirección. Al final, con la sorpresiva y desaprovechada aparición de un viejo humorista, se la retoma aunque tarde: el libro ha terminado. Cuando el Soriano personaje responde al detective que se interesó por Stan y Oli debido al gran cariño que les tiene desde chico uno piensa que a veces no bastan solo las buenas intenciones.

Triste, Solitario Y Final
Osvaldo Soriano, 1973
Booket, 2008
192 páginas, rústica